Primeros Filósofos
Tales de
Mileto:
fue un filósofo y científico griego. Nació y murió
en Mileto, polis griega de la costa Jonia (hoy en Turquía). Fue el iniciador de
la escuela filosófica milesia a la que pertenecieron también Anaximandro (su
discípulo) y Anaxímenes (discípulo del anterior). En la antigüedad se le
consideraba uno de los Siete Sabios de Grecia. No se conserva ningún fragmento
suyo y es probable que no dejara ningún escrito a su muerte. Se le atribuyen
desde el s. V a. C. importantes aportaciones en el terreno de la filosofía, las
matemáticas, astronomía, física, etc., así como un activo papel como legislador
en su ciudad natal.
Tales es a menudo considerado el iniciador de la
especulación científica y filosófica griega y occidental,2 3 4 aunque su figura
y aportaciones están rodeadas de grandes incertidumbres.
Se suele aceptar que Tales comenzó a usar el
pensamiento deductivo aplicado a la geometría, y se le atribuye la enunciación
de dos teoremas geométricos que llevan su nombre.
Anaximandro:
fue un filósofo jonio. Discípulo y continuador de
Tales,1 2 compañero y maestro de Anaxímenes;se le atribuye sólo un libro, que
es sobre la naturaleza, pero su palabra llega a la actualidad mediante comentarios
doxográficos de otros autores. Se le atribuye también un mapa terrestre, la
medición de los solsticios y equinoccios por medio de un gnomon, trabajos para
determinar la distancia y tamaño de las estrellas y la afirmación de que la
Tierra es cilíndrica y ocupa el centro del Universo.
La respuesta dada por Anaximandro a la cuestión del
arché puede considerarse un paso adelante respecto a Tales (del que Anaximandro
probablemente fue discípulo). El arché es ahora lo ápeiron (de a: partícula
privativa; y peras:, ‘límite, perímetro’), es decir, lo indeterminado, lo
ilimitado, que es precisamente, según hemos dicho, el concepto de lo que vamos
buscando. Lo que es principio de determinación de toda realidad ha de ser
indeterminado, y precisamente ápeiron designa de manera abstracta esta
cualidad. Lo ápeiron es eterno, siempre activo y semoviente. Esta sustancia,
que Anaximandro concibe como algo material, es «lo divino» que da origen a todo.
Anaximenes:
Fue discípulo de Tales y de Anaximandro,
coincidiendo con él en que el principio de todas las cosas (y también el
substrato que permanece invariable ante todos los cambios y el fin, o
"telos" al que todo vuelve) — arkhé/arjhé/arjé/arché— es infinito;
aunque, a diferencia del ápeiron de su mentor, nos habla de un elemento
concreto: el aire. Esta sustancia, afirmaba, se transforma en las demás cosas a
través de la rarefacción y la condensación. La rarefacción genera el fuego,
mientras que la condensación el viento, las nubes, el agua, la tierra y las
piedras; a partir de estas sustancias se crea el resto de las cosas. Podría
explicarse el cambio de estado del aire mediante el flujo entre dos polos, lo
frío y lo caliente; pero varios fragmentos nos muestran que Anaxímenes pensaba
de forma inversa, y creía que lo caliente y lo frío eran consecuencia y no
causa de la rarefacción y la condensación respectivamente.
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